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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

Las actuaciones que vienen realizando un grupo de congresistas liberales en Antioquia, minoritarios en votos aunque mayoritarios en representación parlamentaria, son de una increíble torpeza contra la colectividad y que más parecieran estarle apostando a una derrota electoral en las próximas elecciones, que a luchar por los postulados que dicen defender. No parece que la cordura y la sindéresis fueran su motivación.

Pero los yerros no son exclusivos de ellos. El Partido primero disolvió los directorios municipales y departamentales y decidió oficializar la parlamentarización de la colectividad. Es decir, ellos son la máxima autoridad y fuera de ellos no hay salvación. El liberalismo desechó una organización que partía de la base hacia la cúspide y adoptó una donde los parlamentarios son la única autoridad, es decir, todo viene de arriba. El pueblo nada cuenta.

Para continuar esa cadena de desaciertos los congresistas se arrogaron después la decisión de entregar avales para alcaldías y seguramente concejos y juntas administradoras locales, desconociendo claros mandatos estatutarios de obligatorio cumplimiento, que disponen que son las organizaciones primarias del partido, los directorios municipales y departamentales o sus similares, los que cumplan esta labor. Y para cerrar con broche de oro la cadena de yerros en materia de avales, determinaron que nuestros candidatos tienen que esperar hasta el próximo 25 de junio o seguramente más allá de ese día, para contar con este requisito indispensable para la inscripción ante las autoridades electorales. Obvio, esta torpe decisión está llevando a muchos candidatos, seguramente exitosos, a reclamar el aval a otros partidos e impedirle al liberalismo que mantenga o recupere alcaldías en el departamento de Antioquia. Tengo nombres y seguramente ellos los conocen. Los llamados “avales tempranos”, tan exitosos en certámenes electorales anteriores, desaparecieron del partido Liberal. Desventaja para los candidatos de esta colectividad, frente a otros partidos.

Y las contradicciones también prosperan. Mientras cuatro parlamentarios autoconstituídos en verdaderos quintacolumnistas contra el partido, reclaman −con razón en algunos casos y arbitrariamente en otros− los avales liberales para sus candidatos en los distintos municipios del Departamento, se dan el lujo de desconocer las decisiones del partido y la voluntad del electorado liberal de Medellín con la candidatura de Eugenio Prieto Soto. Inexplicable y confuso comportamiento que somete a Prieto a un infame desgaste con sentencias como la de que “No tiene aval, sino un permiso para reclamarlo”, que afortunadamente las directivas nacionales tuvieron que salir a desvirtuar.

El desgaste es también para el partido. Tienen enredados todos los procesos para escoger los famosos comités municipales (organismo eunuco) que serían el remedo de directorios locales. Cuando ellos los instalan, como en Nechí, los procedimientos son válidos. Cuando otros sectores lo hacen en actos multitudinarios y de fervor partidista, como en Dabeiba, ellos los desconocen.

Mientras todo esto sucede en la región, la Dirección Nacional Liberal, como la canción de Shakira, es ciega, sorda y muda. Deben saber los responsables de todas estas triquiñuelas, que hay plazos inexorables: El 25 de octubre hablamos.

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