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De lo más adentro de la organización del fútbol profesional colombiano, salió en estos días una voz de alarma sobre lo que puede estar sucediendo en uno de nuestros deportes emblemáticos y tal vez el que más multitudes mueve. César Guzmán, presidente del equipo Patriotas denunció supuestos arreglos y amaños de partidos por apuestas. Aseguró el mismo directivo que ya su equipo había separado del plantel a un jugador que le anunció que le habían prometido el pago de un dinero si se lanzaba dentro del área de las diez y ocho para producir una falta que originara un penalti en contra de su equipo. Fue más lejos: tienen sospecha de otros juegos y otros jugadores y toda la información se la han entregado a la División Mayor del Fútbol Colombiano –Dimayor-, a la Federación Colombiana de Fútbol y a la Fiscalía General.

El pasado diez y seis de los corrientes, el prestigioso periodista Carlos Antonio Vélez, en su programa “Planeta Fútbol”, de Antena 2, dijo tener conocimiento de una investigación “con nombres propios de equipo, jugadores y demás, por intento de arreglo de partidos en este torneo que se está jugando… Todo promovido por apostadores”. El mismo señaló la existencia de jugadores y de árbitro involucrados en supuestos arreglos de partidos.

Pero no solamente allí, en esos temas puntuales hay corrupción. Jóvenes que se esfuerzan entrenando y aprendiendo a dominar el deporte para llegar lejos, que se topan con entrenadores y directivos que les piden dinero para promoverlos o ponerlos a jugar. Entrenadores que piden participación en la negociación de jugadores para poderles dar el visto bueno y recibirlos en el equipo que sirven, jugadores que tienen que compartir su sueldo con algunos entrenadores, para no citar sino algunas de las historias que se escuchan de personas bien informadas.

Es lamentable, pero además es de esperarse lo que sucede en el fútbol colombiano, regentado por una dirigencia mañosa, anquilosada y enquistada como cáncer que va carcomiendo lo bueno que van entregando nuestros jóvenes deportistas. Señores que han contado con la alcahuetería de nuestra justicia que ha sido incapaz de meterle el diente a varias actitudes non santas, que desde lo alto de nuestra dirigencia se ha producido. Dirigentes que no han tenido valor civil para sancionar tanta porquería como la ostensible, notoria y visible que presenciamos todos los colombianos en el partido Llaneros Vs Unión Magdalena, en diciembre del 2021, donde hasta la fiscalía pasó de agache.

Poco edificante se puede esperar de un deporte financiado por casas apostadoras, por más legales que ellas sean. Casas apostadoras que comenzaron financiando el torneo, la transmisión televisada del torneo y terminaron financiando a la mayoría de equipos del fútbol profesional. Sólo nos falta que los apostadores ilegales también metan baza en el tema y allí sí, apague y vámonos.

Algo hay que hacer por el fútbol profesional colombiano y se debe hacer desde ya, antes que sea demasiado tarde. La gente decente comenzará a abandonar ese deporte.

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