En las que se narran hechos reales sufridos por la gente de Frontino, un municipio situado al occidente de Antioquia, a 135 kilómetros de Medellín sobre la vía que lleva a Urabá en los 6º, 46’ 11’’ de latitud norte y a los 2º, 04’, 11’’ longitud oeste del meridiano de Bogotá.
Es la mismísima terrible realidad que ha venido padeciendo Colombia en la mayoría de su territorio. Historias repetidas en las que basta cambiar los nombres de las víctimas o de los victimarios, establecer las responsabilidades y asignarles su correspondiente grado de impunidad. Todos los nombres son reales, con excepción de dos, entre ellos el del protagonista de la obra, reconocido por su alias de Mateo Rey en la organización paramilitar.
Injusto seguir escondiendo hechos tan aterradores, pues así se consolidaría la impunidad, caldo de cultivo a la posibilidad de que en el futuro tales hechos pudieran repetirse, o también ocultarse el dolor de las víctimas y denegar la justicia y la reparación. Sin verdad, sin reparación y sin justicia es imposible olvidar y cicatrizar las heridas padecidas por una sociedad abandonada, humillada y sacrificada con sevicia…