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Por Ramón Elejalde Arbeláez

Uno de los motes que durante esta campaña le han dado a Juan Manuel Santos sus contradictores es el de castro-chavista, para indicar que es un seguidor de las políticas y los pensamientos de los hermanos Castro y de Hugo Chávez. También le han endilgado el de Farcsantos para condenar su supuesta blandura con el grupo guerrillero con el que dialoga su Gobierno en Cuba.

Suenan ambos señalamientos muy exagerados y puede creer una persona, medianamente informada, que son tan burdas las acusaciones que sencillamente están llamadas a no prosperar o a pasar desapercibidas. Pues no señores: los motes han calado no solamente en los sectores menos informados de la sociedad, sino que ha hecho carrera en muchas personas cultas e instruidas, que sin razón o por astucia, las repiten con una convicción digna de mejor causa. Es imposible pensar que estos últimos son simplemente unos zoquetes que no han comprendido la terrible mentira y engaño que contienen los dos motes.

Lo primero que hay que decirle a quienes intencionalmente o por ignorancia hacen las afirmaciones, es que Juan Manuel Santos pertenece al grupo más selecto de nuestra oligarquía y desde tiempos inmemoriales. Santos es familiar del expresidente Eduardo Santos, fundador del periódico El Tiempo. Ese Santos es el mismo que se formó en Inglaterra, representó por años en ese país a la Federación de Cafeteros, fue Designado a la presidencia cuando esa figura existía entre nosotros, fue ministro de Hacienda del expresidente Andrés Pastrana y de Defensa del doctor Álvaro Uribe y finalmente fue candidato continuista del gobierno Uribe. Es decir, ha sido un protegido de las élites en Colombia, incluyendo al doctor Uribe Vélez entre sus protectores. Mal hacen ahora en descalificarlo con semejante chisme y mal hace el pueblo en creer tamaño despropósito.

Si iniciar el proceso de diálogo con las Farc como se adelanta hoy en Cuba, es la razón para llamar a Juan Manuel Santos como castro-chavista o Farcsantos, pues podemos afirmar que también pueden recibir esos remoquetes el presidente Obama de los Estados Unidos, los gobernantes de la Comunidad Económica Europea, el Santo Padre, y más de la mitad de los colombianos que creemos en el diálogo como mecanismo para lograr la paz. El hombre del común debe reflexionar, por un momento, para que cuestione el sistema infame que están utilizando para envenenarlo contra el candidato presidente. Las personas que tienen alguna formación e información deben reflexionar para que se ubiquen: o son parlantes humanos para difundir una especie mentirosa o son simplemente unos zoquetes que no han comprendido el tamaño de su mentira y de su engaño.

Es más, cuando el doctor Oscar Iván Zuluaga  recibió la adhesión de la doctora Marta Lucía Ramírez y se comprometió a continuar con los diálogos de paz en La Habana, pensé si ellos dos ya habían ingresado al castro-chavismo o podíamos idearnos el remoquete de Farczuluaga.

Definitivamente, ¡¡para la pendejada no hay nada!!

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