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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

Para que se pueda tener un buen ejercicio presidencial, el gobierno del doctor Juan Manuel Santos requiere de oposición. Ya cité en otra ocasión la frase de John Neal “Le viene bien al hombre un poco de oposición. Las cometas se levantan contra el viento, no a favor de él”. Por eso el anuncio del Centro Democrático que orienta Álvaro Uribe, de hacerle oposición al recién reelegido presidente de la República, es bienvenido.

En Colombia nos acostumbramos, después del Frente Nacional, a que un partido o unas tesis triunfaban en unos comicios electorales y luego en el ejercicio del poder, los vencidos, con propuestas diametralmente distintas, llegaban también a gobernar. Es decir, la oposición ha sido una figura extraña a los gobiernos en Colombia. La misma ciudadanía ha sido cómplice de estas malas prácticas al criticar al opositor “dizque porque no va a dejar gobernar”. Por el contrario, la oposición es necesaria, es vital para que el gobernante de turno no pierda su rumbo y no caiga en prácticas clientelistas o corruptas.

Los colombianos que no compartimos muchas de las tesis de Álvaro Uribe y su Centro Democrático, sí le reconocemos el rescate de las ideologías, así él en un principio desconociera la existencia de distintas tendencias de la opinión pública y pregonara la inexistencia de las ideologías. Uribe y sus muchachos se apegaron a tesis de derecha o de extrema derecha y nos dejaron al centro izquierda y a la izquierda moderada la misión de combatir sus propuestas y sus programas. Ni siquiera aceptaron términos medios.

El gobierno del presidente Santos está en la obligación de cumplir con todas las propuestas que defendió durante la campaña, en especial la búsqueda de la anhelada paz que los colombianos reclamamos desde hace muchísimos años. El mandato que recibió el presidente en las pasadas elecciones es un mandato claro y contundente. Yo no creo que una diferencia de más de 900 mil votos sea una diferencia pequeña. Evidentemente, no lo podemos negar, las fuerzas están muy polarizadas. Tiene el doctor Juan Manuel Santos una holgada mayoría parlamentaria que le permitirá cumplir lo prometido. Cuenta también a su favor con una economía en crecimiento y con un optimismo ciudadano que se percibe por todas partes. El gobierno tiene pues “buen viento y buena mar” y no hay disculpas para soslayar los cambios que Colombia está reclamando.

Se equivocan quienes hacen un llamamiento a la oposición para que disminuya o amaine su trabajo. Por el contrario, lo que debemos es pedirle que redoble su labor para que el país pueda contar con una opción política en el gobierno y otra convertida en alternativa de poder. Así funcionan todas las democracias en el mundo. La Unidad Nacional podrá pensar en poner presidente de la República dentro de cuatro años, si, y solo si el gobierno fue y sea consecuente con las promesas de campaña, de lo contrario la oposición se convertirá, seriamente, en opción de poder.

Por favor, que funcione la democracia.

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