Por: Ramón Elejalde Arbeláez
Con el proceso de ajuste a la modernización de la estructura del municipio de Medellín que se inició con el proyecto de acuerdo 300 de 2014 y que finalmente se convirtió en el Acuerdo 1 de 2015, en Antioquia se originó un visceral debate político en torno a las implicaciones de esta norma. El tremendismo político, la exageración, la mentira, el engaño y el ánimo de sacarle réditos políticos a una actuación de la administración, estuvieron presentes entre los más enconados opositores a la propuesta.
Expusieron en medios de comunicación, en universidades y en la plaza pública una serie de mentiras, inventándole a la administración de la ciudad de Medellín que detrás de esa propuesta estaba la privatización de las Empresas Públicas y del sistema de salud de la Ciudad y que buscaba simplemente crear burocracia para ayudarles a sus amigos políticos. En fin, un cúmulo de suposiciones con claros intereses politiqueros. Desafortunadamente lograron convencer a respetables medios de comunicación que editorializaron verdaderos osos periodísticos y con igual infortunio lograron aglutinar a su alrededor a ingenuas personas que les creyeron sus exageraciones y sus mentiras. Varios concejales de la ciudad y candidatos a la alcaldía de la capital de Antioquia encabezaron esa legión de tremendistas políticos: para desgracia suya y afortunadamente para la administración, hoy, conocidas las normas que acaba de expedir el alcalde Aníbal Gaviria Correa en virtud de esas facultades, han quedado ante la opinión pública simplemente como mentirosos y politiqueros. No se privatizó a Empresas Públicas ni a ninguna otra empresa de la Ciudad; no existió ningún incremento en la planta de personal de la alcaldía y no se despidió a funcionario alguno de carrera o en provisionalidad.
Ese estilo politiquero no es serio. Es apenas un feo estilo de hacer política, que en aras de la democracia y de la transparencia tenemos que tolerar aunque nunca lo podremos compartir. Seguramente esos concejales y esos candidatos a la alcaldía continuarán sus campañas y recogerán otras inconformidades para exagerarlas y venderlas. Pero al momento de depositar su voto, la ciudadanía habrá de mirar quiénes acostumbran hacer de la exageración y la mentira un modus operandi de su actividad proselitista con la pretensión de manipular la intención de voto.
Lo cierto es que la reforma, el ajuste o modernización que acaba de hacer la administración contiene varias y contundentes realidades: Conserva la naturaleza pública de las instituciones descentralizadas; fortalece la institucionalidad del Municipio; no incrementa el valor de la nómina; valora y reconoce al servidor público; mejora la calidad de los productos y servicios; dinamiza y articula el gobierno municipal con sus entes e instituciones; confirma a Medellín como el primer Conglomerado Público de Colombia; genera mecanismos más efectivos de gestión pública; entrega herramientas para el desarrollo del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial y fue el producto de sólidos estudios técnicos y de la asesoría de reconocidos expertos en la materia.
Medellín ganó. Primero, porque el alcalde Aníbal Gaviria se ratifica como un mandatario serio, responsable y eficaz, no es un politiquero en búsqueda de votos; y segundo, porque los verdaderos cazadores de votos mediante la exageración y el tremendismo han quedado como lo que son, simples politiqueros.
Notícula. Tremendismo político es desinformar al expresidente Álvaro Uribe sobre la supuesta presencia de las Farc en Fuemia (Frontino) y Botones (Dabeiba). Autoridades y campesinos desmienten la información.