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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

La terrible crisis de la justicia, que es la misma crisis de las demás instituciones y de la sociedad misma, ha llevado a muchos a clamar por la necesidad de la convocatoria de una asamblea constituyente para que le introduzca reformas a nuestra Constitución.

Seguimos creyendo que la fiebre está en las sábanas: que con reformas, contrarreformas, nuevas reformas y más contrarreformas vamos a cambiar y vamos a mejorar. Nada de eso es posible. Hace algo más de veinticuatro años expedimos una nueva Constitución y revocamos al Congreso porque entonces sí todo sería perfecto. En las elecciones siguientes volvimos a elegir a los mismos y puede que a algunos peores y la nueva Constitución no cambió nuestra forma de actuar, la corrupción se multiplicó y la ineficiencia estatal es asombrosa.

El nuestro es un problema cultural que solamente cambiaremos con educación en valores, desde la casa, en la escuela y en el colegio. Esa tarea nos va a llevar años. Digámoslo también claramente: el modelo de desarrollo neoliberal y el narcotráfico tienen mucho que ver en la situación.  Mientras sea más rentable producir cocaína que alimentos agropecuarios o que el trabajo honrado, la gente va a preferir ese maldito camino para hacer fortuna. Mientras los corruptos no sufran la menor persecución y puedan disfrutar sus riquezas mal habidas, ese también seguirá siendo un camino fácil para adquirir dinero.

Vamos a continuar engañándonos y engañando a la opinión pública haciéndole creer que si reformamos la constitución, las cosas van a cambiar. Saldrá Pretelt y llegará Pretelt II. Todo cambiará para que todo siga igual y nada cambie.

Cualquier reforma que se proponga es vana. ¿Magistrados postulados por el Presidente de la República? Eso no tiene presentación pues se desvanece la Separación de Poderes, sustento de nuestro constitucionalismo. ¿Que si los postulan otras Cortes? Es consolidar el clientelismo como ahora lo vemos campeando en nuestras máximas instituciones. ¿Que si por un concurso de méritos realizado por universidades? Se nos olvida la tragedia de corrupción que son los concursos de directores de hospitales en la mayoría de las universidades. Nos quedaría una opción, que veo muy complicada de llevar a cabo: que nuestros magistrados sean elegidos por la Corte Celestial, favor que solo nos podría hacer el señor Procurador. Como dirían los abuelos “cojamos el mal por los cachos”. Es necesario darle un revolcón a la educación en todos los niveles. Las campañas recabando valores en prensa, radio y televisión deben ser intensas e invasivas.

Volviendo al tema de la constituyente o de las reformas, hay que decir que llevamos dos siglos haciéndolas y nada ha mejorado. Ese frenesí constitucional que algunos constitucionalistas cuestionan tanto, no pasa de ser un distractor para que los cambios sean simples maquillajes, para que las cosas sigan iguales o peores.

 

 

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