Por Ramón Elejalde Arbeláez
Es costumbre entre nosotros la celebración de festividades y efemérides acudiendo a la realización de reinados de belleza y con el actual reinado de Cartagena comienzo por darle la razón a nuestro gobernador Sergio Fajardo, quien se opone a estos certámenes y manifiesta que es imprescindible rescatar la dignidad de nuestras mujeres resaltando los muchísimos valores que sin duda las adornan.
No vale la pena seguir irrespetando a las niñas que prestaron sus nombres para adornar un evento y que en un mal momento, seguramente producto de los nervios de verse frente a unos micrófonos, a unas preguntas tontas frente a un público numeroso, induciéndolas a respuestas poco afortunadas. Ya quisiera yo ver a muchos de esos entrevistadores enfrentando un cuestionario de cultura general para poderles valorar el grado de autoridad intelectual que tienen para someter a las reinas al ridículo público que en ocasiones esas niñas sufren. Si se trata de medir la cultura o los conocimientos, inventémonos un concurso de sabiduría para elegir a Miss Minerva 2015, pero que lo organice MENSA, el ICFES o cualquier institución que sepa de medir las competencias intelectuales.
Si el reinado es de belleza o de la simpatía o de cualquier otra cosa de esos calificativos cursis que reciben este tipo de eventos, lo lógico es valorar la belleza o la simpatía de las aspirantes y no los conocimientos enciclopédicos que tengan. Cuando en Antioquia están efectuando las Olimpiadas del Conocimiento o cuando los concursantes responden en programas como “Quién quiere ser millonario” a estos no los someten a desfiles en traje de baño o en vestido de gala, para que los críticos o entrevistadores se luzcan burlándose del oso de los participantes. Un despropósito confundir una cosa con la otra: cada cosa en su lugar.
Es más lamentable el papel que cumplen algunos pseudoperiodistas que se inventan las cadenas radiales y de televisión por la época del reinado de Cartagena para informar a sus clientes sobre el evento. Su propósito no es informar sino más bien ridiculizar a las candidatas, que simplemente han querido engalanar con su presencia un evento; hacen preguntas inapropiadas, buscando el traspiés de la reina o simplemente desmenuzan la vida privada de esas niñas para despertar el morbo colectivo y obtener audiencia. Es pues triste el espectáculo que a veces se montan en torno a estos certámenes: en vez de dignificar la mujer, terminan es por ridiculizarlas y someterlas al escarnio público. Sugiero que para la próxima vez, un grupo de expertos sometan a entrevistadores y jurados a test de cultura general para que sean ellos los primeros en pasar el curso y así puedan después, con autoridad intelectual, entrevistar y juzgar a las candidatas, lo que tampoco es el objetivo del pobre “reinado”.
Cada vez los colombianos vamos entendiendo que este tipo de eventos deben desaparecer de la escena nacional y valorar a nuestras mujeres por lo que merecen: Por su inteligencia, por su aporte a la familia y a la sociedad, por su abnegación, su preparación académica, o por su belleza, y por tantas y tantas acciones virtuosas que nuestras mujeres cumplen para bien del país. Ellas, a la par de los varones, han contribuido a la construcción de lo que tenemos, por lo que merecen nuestro respeto y nuestra admiración.
Notícula. ¿Qué tal si al seleccionar el mejor gol del próximo campeonato mundial, un avispado periodista se colara en el proceso para someter a los finalistas a un examen de cultura general? Terminaría ganando el mejor “cabeceador”, no el mejor gol.