Por: Ramón Elejalde Arbeláez
En una entrevista de María Jimena Duzán en la Revista Semana del 17 de agosto, el exalcalde Alonso Salazar Jaramillo hizo dos afirmaciones que ameritan hacer aclaraciones y pedir alguna explicación: “…(Aníbal Gaviria) decidió enterrar el Museo de la Memoria […] el tema de la seguridad se ha exacerbado y no se le ve un compromiso con la ciudadanía”.
El doctor Salazar Jaramillo es serio, ha librado batallas encomiables en defensa de la Ciudad, pero en esta ocasión y en estos temas, con gran injusticia fue demasiado lejos.
El esfuerzo de la actual administración y de las autoridades policivas y militares por recuperar la seguridad de Medellín ha sido titánico. Algunas estadísticas ciertas y demostrables indican que al exalcalde no le asiste la razón: Los homicidios, durante los primeros siete meses de 2013 han disminuido en un 14.6 % con respecto al mismo periodo del año anterior, son 111 muertos menos en la ciudad. Los homicidios de menores bajaron de 66 a 48. Los hurtos disminuyeron el 25.2 %, es decir que hasta hoy, se registran 644 hurtos menos que en el mismo lapso de 2012. Los hurtos a entidades comerciales han rebajado un 10.7% y los hurtos a residencias en un 18.9% respecto de 2012. Este año han hurtado 335 vehículos menos que el año pasado, una disminución del 23.6 %; y se han robado 1062 motos menos que el año anterior. Es más: las desapariciones en Medellín durante el último año de gobierno del doctor Alonso Salazar fueron de 707 personas, el año pasado fueron de 596 y este año se cuentan 485.
Evidentemente, la lucha por el control territorial entre las bandas criminales se ha recrudecido, no por “falta de compromiso” de esta administración, sino por un proceso de paz del gobierno nacional anterior con las autodefensas, incompleto y lleno de errores, cuyos efectos los sufrimos todos los colombianos y cuyas perversas consecuencias desbordan los más grandes esfuerzos.
La alcaldía ha decidido enfrentar el problema judicializando a los responsables; no buscando pactos de apaciguamiento y maquillaje ni de paces ficticias o transitorias. Muchos de los combos de la ciudad han visto morir o detener a sus jefes en repetidas ocasiones. La comandancia de esos grupos de delincuentes ha pasado a segundones por la acción de la policía, del ejército y del Gobierno de Aníbal Gaviria.
Decir que “enterró el Museo de la Memoria” es ir contra la verdad. En este solo año se han invertido en esa respetable entidad cerca de 2.500 millones de pesos para que esa noble iniciativa no languidezca en sus esfuerzos por mantener viva la memoria de las víctimas de la violencia.
No es bueno ponerle cargas explosivas a la Alianza Medellín Antioquia. Los resultados del trabajo mancomunado entre alcaldía de Medellín y gobernación de Antioquia han sido extraordinarios, con alta incidencia en la calidad de vida de los antioqueños y para demostrarlo bastan tres casos: el gas domiciliario que EEPPM adelanta en varios municipios de Antioquia, el plan de becas de la misma entidad para Medellín y las inversiones en vivienda para desplazados que quieran regresar a sus municipios, subsidiado y atendido por el Insvimed. El doctor Salazar Jaramillo comprenderá que en Medellín y Antioquia, ningún partido o movimiento político por importante que sea, podrá ganar la alcaldía y la gobernación. Para intentarlo se requieren sinergias de grupos o partidos con cierta identidad ideológica, o por lo menos, con propósitos de eficacia, respeto, transparencia y honestidad en el servicio público.