Otra mirada al Caso del Space (EL MUNDO)

¿Y por qué asesinaron a Jaiver? (EL MUNDO)
octubre 27, 2013
Respuesta a Johel Moreno (MUNDO)
noviembre 10, 2013

Por: Ramón Elejalde Arbeláez

Mucha tinta en editoriales y artículos sobre el caso del edificio Space, casi todos desde los aspectos técnico y urbanístico. Voy  a abordar el tema desde el aspecto de la ética empresarial.

Consultada la estructura de costos de una obra como  la del edificio en cuestión, se tienen los siguientes costos desagregados: 15 % terreno (lote); 7 % estudios, diseños, impuestos y licencias; 20 % estructura; 55 % obra blanca y acabados; 3 % promoción, mercadeo, publicidad y fuerza de ventas.

La estructura (componente que falló en el edificio Space),  tiene un costo de 20 % del  total del proyecto. Reconocidos ingenieros calculistas conceptúan, que en el mejor de los casos, se podría ahorrar en la estructura tan solo el 4 % del costo total del proyecto. ¿Y qué se persigue con esos ahorros? ¿Qué se arriesga  a cambio?  Se persigue obtener  más lucro en  una actividad de por sí muy lucrativa;  y a  cambio  se sacrifican los factores de seguridad que permiten  a las personas  ocupar la edificación  de manera segura. En otras palabras: conservar la vida.

Es una conducta éticamente inaceptable, más  aun proviniendo de personas que han gozado de todos los privilegios políticos y económicos otorgados por la sociedad, a la que pagan con absoluto desprecio.  Pudo más la avaricia y la desmedida ambición que la lealtad con la sociedad.

Otro señalamiento severo es para las asociaciones y gremios de la ingeniería y de la construcción, que hace tiempo perdieron su  independencia  y  en vez de actuar en defensa de la sociedad, vendieron su conciencia al poder económico. Se sabe quiénes manejan algunos de estos gremios como cosa propia y cómo los utilizan para su beneficio personal: presionando la construcción de obras públicas que rinden fabulosas valorizaciones a sus inversiones inmobiliarias; “ferrocarrileando” cambios en las reglamentaciones de usos del suelo en los POT y derivando de esos cambios enormes plusvalías a costa de obras públicas pagadas por los ciudadanos más humildes; por los que vendieron baratas sus propiedades “porque ahí no se puede construir”; por los que después compraron caros los apartamentos una vez  modificado el reglamento.

Después de la pérdida de vidas y el riesgo prevalente en algunos casos, lo grave es que la compra de propiedad raíz urbana es hoy el principal modo de  ahorro de la clase media, que por  años  confió en el gremio de la construcción,  con muchos empleos directos e indirectos para la subsistencia de un sinnúmero de familias  populares; la pérdida de confianza en el mercado inmobiliario tendría unas consecuencias sociales  devastadoras, por la pérdida de muchísimos empleos. Recordemos la crisis económica en la década de los 80, con el Grupo Colombia del tristemente célebre Félix Correa Maya, cuando se dijo que: “nunca antes tan pocos hicieron tanto daño y a tantos».

Hacia futuro  queda una gran lección y una gran tarea que desarrollar: el fortalecimiento institucional para defender la sociedad de la avaricia, la codicia y el desmedido afán de lucro manifestado en  los recientes casos  de Interbolsa y de la constructora Lérida CDO, muestras claras de que la guerrilla, las bandas criminales y el narcotráfico  no son las únicas amenazas que tiene  la sociedad.

De toda esta crisis es justo rescatar la actuación serena y valerosa  del alcalde de Medellín Aníbal Gaviria Correa, de la alcaldesa encargada Claudia Restrepo, del DAGRED y de la policía nacional, los bomberos, la Cruz Roja y hasta la comunidad solidaria, quienes salieron en defensa de la comunidad, y tomaron  medidas claras y oportunas que impidieron una desgracia mayor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *