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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

La Alianza Liberal de Antioquia seleccionó sus candidatos al Senado y a la Cámara de Representantes. Este esfuerzo de reunificación de nuestro partido en Antioquia, es un buen ejemplo que debería copiarse en otras regiones.

El jefe del liberalismo Simón Gaviria, y el nuevo, flamante presidente del Congreso Juan Fernando Cristo, avalaron con su presencia las candidaturas de Sofía Gaviria y de Eugenio Prieto al Senado de la República; y las de Víctor Yepes, Oscar Hurtado, Jaime Garzón e Iván Darío Agudelo, a la Cámara de Representantes. Estos candidatos representan distintas expresiones del liberalismo paisa; están unidos y comprometidos con el propósito de defender los postulados y programas de la colectividad roja; apoyan la gestión del alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria Correa, y esperan el respaldo de los liberales antioqueños en las elecciones de marzo 2014.  El esfuerzo de construir la alianza se afincó en los codirectores del partido en Antioquia, Eugenio Prieto Soto y Néstor Hincapié Vargas, con el respaldo de las directivas nacionales y de la militancia del partido que confía en la recuperación del liberalismo, tan esquivo a la opinión pública durante más de 15 años. Alianza que como he reiterado en esta columna no es excluyente;  permite que otras fuerzas del partido que hoy no la integran,  puedan organizarse y reunificarse para optimizar resultados electorales.

Tiene ahora el liberalismo la obligación de ser coherente con sus principios y con sus estatutos para comprometer a la sociedad; obligación que debe defender en el Congreso, si quiere  reivindicarse ante los electores. No puede continuar el partido separado y ajeno a la sociedad;  tiene que recuperar la confianza de una ciudadanía ignorada, desconocida, arrinconada. El discurso electoral  del partido, y de los que sean ungidos con su venia, tendrá que ser el mismo que estos habrán de defender desde sus curules.

El aumento del umbral para Senado ─que puede implicar la desaparición de algunos partidos─ compromete a los de sólida base social como el liberal, a dejar de lado sus lastres de politiquería y clientelismo; a restablecerse como verdaderos canales de comunicación entre los colombianos y el Estado.

Es un reto colosal, igual a la voluntad y al estilo liberal de Antioquia.

Lástima que el liberalismo no esté promoviendo un candidato propio y así renuncie a su legítima vocación de poder. No debería terminar como el partido conservador, venido a menos y convertido en “escalera” al servicio de otras colectividades que a sus espaldas trepan para llegar al poder.

Un partido histórico serio, respetable, que pretenda renunciar a la búsqueda del poder, estaría renunciando a su razón de ser, traicionando su compromiso con la gente y abandonando el deber de conquistar una vida digna para todos los colombianos.

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