No es mi deseo hacer de esta columna un bastión opositor al gobernador Andrés Julián Rendón, pero existen situaciones que es imposible ocultarlas ante la evidencia de las mismas y las comento con ánimo positivo y en beneficio del departamento.
Diría inicialmente que la confrontación permanente y de diaria ocurrencia entre el gobernador y el presidente de la república, produce un tremendo desgaste para ambos y genera sobre la administración departamental una parálisis en su gestión, que es notoria y preocupante. Van ocho meses perdidos y los resultados de la administración de nuestro departamento son más bien opacos y en el horizonte no vemos nada edificante. Las grandes obras que necesita Antioquia requieren del esfuerzo de nación y del departamento. La unión de esfuerzos es necesaria, así tengan diferencias ideológicas, que son respetables y entendibles. Ya aun entre Uribistas reconocidos e importantes, se comienzan a escuchar críticas por esa confrontación inútil y perversa, que solo tendrá una gran perdedora: Antioquia.
Las iniciativas mostrables del doctor Andrés Julián no pasan de ser luces fugaces, tal es el caso de la vaca para las vías 4G, el referendo de autonomía fiscal, las ventas de activos del departamento y la reestructuración burocrática de la gobernación, estos dos últimas, manejadas “macheteramente” como dirían nuestros campesinos.
La reestructuración de la planta de cargos de la gobernación no parece obedecer a un estudio serio y planificado de lo que existía y de lo que se pretendió. Más pareció el “quite y ponga” del que todo lo puede. Se acabaron las cúpulas, pero se dejaron las bases. Se maquilló un hipotético recorte burocrático, para presentarlo como un histórico ahorro. Se fusionaron dependencias con misiones diametralmente opuestas y se adscribieron oficinas con otras que no acoplaban.
La venta de activos, autorizados por la Asamblea de Antioquia, ha sido otro dislate, seguramente no en todos los casos. Imposible creer que se piense en vender la Casa Fiscal de Antioquia en Bogotá. Esa es la sede cultural, científica, social, administrativa de Antioquia en la capital de la República. Ese es el lugar de reuniones de los antioqueños en Bogotá. No puede ser que, por recibir unos pesos, que los vamos a volver plata de bolsillo, salgamos de un activo tan importante y necesario para Antioquia. Mientras otros departamentos buscan comprar su “embajada” en Bogotá, nosotros la estamos vendiendo. ¡Oh torpeza!
Permítame amable lector ser parroquial en el tema de la venta de algunos bienes propiedad del departamento, pero lo hago para ilustrar la improvisación, que, con este acápite, se está cometiendo: En mi pueblo, Frontino, están vendiendo un lote de terreno en las cabeceras del aeropuerto de esa municipalidad. Ese lote fue adquirido en la administración del gobernador Guillermo Gaviria Correa con destino a la construcción de una guarnición militar para albergar allí al batallón Pedro Justo Berrío. Por la época se determinó que una manera de controlar el tráfico de drogas y la circulación de irregulares de la guerrilla y el paramilitarismo entre el Suroeste, el Occidente y Urabá, era reforzando la presencia militar en la zona del Occidente Antioqueño con fuerza pública y los estrategas militares determinaron que el sitio ideal era Frontino y concretamente determinaron que el mejor lugar era donde estaba ubicado ese aeropuerto, que además es una pista estratégica para el tráfico de drogas ilícitas por lo difícil de detectar su utilización por los radaresy por sus cercanías con Centroamérica. En los dos mandatos de Aníbal Gaviria se construyó en ese lugar una fortaleza subterránea para albergar a dicho batallón. Hoy el doctor Andrés Julián quiere vender el lote y consecuentemente la construcción subterránea, en vez de rescatarla y presionar el envío para ese lugar del Pedro Justo Berrío, como lo idearon sus antecesores, en búsqueda de la seguridad de tres regiones de Antioquia. ¿Supone amable lector, con algo de lógica, a quién le interesa adquirir este bien y seguramente lo intentará hacer directa o indirectamente?
Otra edificación en Frontino, que antaño sirvió de hospital, colegio y asilo de ancianos y que hoy alberga a unas treinta familias miserables que huyen de la violencia y allí se refugian, también esta a la venta. Esas familias irán a la calle y la municipalidad tendrá que buscarles solución. Olvida el gobernador que existen bienes del Estado que también prestan una función social. No todo es plata.