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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

El procedimiento legislativo especial, igualmente conocido como “Fast Track” o vía rápida, es un mecanismo del Congreso de Colombia para acortar los términos legislativos, es decir, los tiempos asignados para aprobar las leyes y los actos legislativos que permitirán cumplir los acuerdos de paz del gobierno con las FARC. El país debería asimilar la enseñanza y pensar que lo que nos está indicando el legislador es un camino para tomar decisiones más radicales. Veamos.

El bicameralismo, es decir la existencia de dos cámaras, es la herencia política de los constituyentes fundacionales del sistema democrático de los Estados Unidos cuando optaron por dos y no por una cámara. El argumento fundamental fue permitirle al legislador una mayor discusión de los proyectos puestos a su consideración y facilitar la difusión de lo que se tramitaba a toda la nación. Famoso es todavía el debate entre George Washington y Thomas Jefferson cuando los Padres Fundadores discutían  si lo mejor era una o dos cámaras las convenientes a la nueva Nación.  Los argumentos fueron contundentes en las circunstancias de las colonias americanas en 1778: las comunicaciones eran precarias y enterar al pueblo norteamericano de lo que se debatía en su legislativo tardaría meses. La idea de un trámite legislativo dispendioso y largo tenía su razón de ser. Este argumento, allí y entonces, fue contundente; pero aquí y ahora, carece de importancia pues los colombianos  sabemos en tiempo real lo que sucede en el recinto de nuestro parlamento o en  cualquier lugar del mundo.

Otro argumento para tener dos cámaras es el origen distinto de sus integrantes, lo que hoy está garantizado en Colombia con la representación regional en la Cámara de Representantes y la representación nacional y de mayorías/minorías en el Senado.

La vía rápida o Fast Track nos está demostrando que es perfectamente viable agilizar los procedimientos legislativos sin que estos pierdan consistencia, seriedad y estudio. Pero también nos está indicando que es perfectamente viable la existencia de una y no de dos cámaras. Creo también que el Fast Track nos está demostrando palmariamente que el unicameralismo es perfectamente viable entre nosotros sin que se pierda la calidad de las normas expedidas.

Dos cámaras son más costosas, los procedimientos legislativos son más dispendiosos y eternos. Una cámara sería menos onerosa y los procedimientos más expeditos. Para obviar el tema de la representación regional y de la representación de minorías bien se puede establecer una cámara con distintas circunscripciones que permitan la elección de representantes de los departamentos y representación de minorías.

El pueblo colombiano debería sacarle provecho a las lecciones que nos está dejando el trámite legislativo por la vía rápida o Fast Track en el Congreso y pensar que el sistema se puede volver permanente instaurando un sistema unicameral.

Queda la idea.

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