Este viernes 21 de marzo, en el espacio de conversación socio-jurídica para la construcción de la paz urbana entre representantes del Gobierno Nacional y los voceros de las estructuras armadas organizadas del crimen de alto impacto de Medellín y el Valle de Aburrá, se celebró un compromiso para extender el Piloto de territorialización de la paz urbana a cuarenta y cinco (45) barrios de Medellín, Bello e Itagüí, por un espacio de tres meses, entre el 21 de marzo y el 21 de junio de 2025, lugares y tiempo que estarán libres de extorsión. Esos mismos voceros se habían comprometido, en forma permanente, desde hace algunos meses, a ponerle fin a las fronteras invisibles que tanto daño les hicieron a los habitantes de Medellín, a seguir propiciando la reducción de los homicidios en la ciudad, a colaborar con las autoridades en ponerle fin a la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes y a que sus militantes respeten los entornos educativos en materia de alucinógenos. Estos son logros tangibles que la ciudad puede fácilmente corroborar y todos estamos convencidos que el nuevo acuerdo, el suscrito el pasado viernes sobre extorsión en 45 barrios, será igualmente respetado y acatado para ir logrando el desescalamiento de las violencias en la ciudad de Medellín y en el Valle de Aburrá.
Los barrios donde esperamos tener cero extorsión en los próximos tres meses son: Medellín (Nuevo Horizonte, Granizal, San Pablo, Barios Unidos, El Hoyo, Berlín, San Isidro, Palermo, Los Álamos, Moravia, Sevilla, San Pedro, Manrique Central, Campo Valdez #1, La Esmeralda, La Piñuela, San Cayetano, Brasilia, Miranda, Aranjuez, Belalcázar, Toscana, Feria Ganadera, La Paralela, Alfonso López, Plaza Colón, La Invasión, Minuto de Dios, San Pablo, Santafé, Belén Fátima y Belén la Nubia), Bello (Barrio Carmelo, Espíritu Santo, El Cairo, Riachuelo, Vereda Hato Viejo, Pachely, El Tanque, Altos de Niquía, Bifamiliares y Altos de Quitasol). Itagüí (Los Naranjos, Las Acacia y la Aldea).
He participado en estos diálogos socio-jurídicos en representación del Gobierno y creo tener cierta autoridad para afirmar que veo buena energía en las partes. Existe voluntad de ponerle fin a las violencias en Medellín y Valle de Aburría, se ve compromiso de que el Estado ingrese a los lugares donde estas estructuras ejercen su poder y este, elEstado, llegue con economías legales a dejar de lado las economías ilegales y brindarles oportunidades a los jóvenes más pobres de la ciudad. Esta ocasión es única y aprovechable. Creo que poco tengo de ingenuo para opinar así.
Pero este panorama tiene sombras: de un lado, las autoridades locales no creen en el proceso y estoy seguro de que su trasfondo es eminentemente político. Igual sucede con la mayoría de los empresarios de la región, muy lejanos con los grandes avances en esta materia. Increíble, que los más beneficiados con la paz, sean las más indiferentes ante la misma. Si uniéramos sinergias, la paz con estas estructuras no estaría lejana. De otro lado está el temor de que otras estructuras, tristemente de origen foráneo, intenten tomarse los territorios del Valle de Aburrá. Hasta ahora los han mantenido a raya las autoridades y las estructuras nativas, pero si no le entregamos opciones a cerca de doce mil jóvenes en la ciudad y el Valle, terminarán en bandas más sanguinarias que las conocidas.
Si dejáramos el orgullo, si depusiéramos intereses políticos y si todos nos dedicáramos a empujar la paz, esta no está lejos. Es alcanzable. Como dice un cercano a estos diálogos: “Los mangos están bajitos”.
NOTICULA. Injusto no hacerle un reconocimiento a la senadora Isabel Cristina Zuleta López, que le ha puesto todo el empeño a este proceso de paz urbana.