Y las vacunas?

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Como pocas veces ha sucedido, la especie humana está aferrada a una esperanza para preservar su vida y regresar a la cotidianidad en forma normal, se trata de la vacuna que logre inmunizar contra el Covid o de un medicamento que ataque con éxito al virus. La primera de las hipótesis parece ha sido alcanzada con éxito por los científicos y ahora el problema se cifra en episodios coyunturales como lograr una producción acorde con las necesidades, una distribución justa entre las naciones y una infraestructura para la aplicación de la misma. Temas complejos, pero solubles que se ven apurados por la angustia del ser humano de llegar vivo al dispensario donde le apliquen el inmunizadormilagroso. En Colombia el terror se incrementa con la noticia espeluznante de la muerte de más de cincuenta mil compatriotas en menos de un año, a manos de la terrible pandemia. Cada día se incrementa en un promedio ascendente de unas trescientas cincuenta personas.

Varios países del continente americano ya están vacunando a sus connacionales. Colombia, inexplicablemente, aparece quedada en esa carrera contra el tiempo por evitar más muertes y más enfermos que colapsen los centros hospitalarios. Si las vacunas resultan exitosas, en poco tiempo comenzaremos a ver como en los Estados que iniciaron temprano la aplicación de las mismas, verán disminuir el número de enfermos y de muertos. Seguramente nosotros seguiremos sufragando en número de muertos, la desidia que en algún lugar de nuestra burocracia pudo existir.

Entiendo que no es tiempo de recriminaciones, pero aquí los errores o las omisiones se pagan en vidas humanas. Un resultado nada edificante.

Veo igualmente una prevención del alto gobierno por la posible intromisión del poder judicial, vía acción de tutela, en las decisiones gubernamentales. Craso error de un gobierno democrático. El Gobierno y los jueces tienen que respetar los actos administrativos que tienen valorados y organizados los distintos grupos, en las diferentes etapas de aplicación de la vacuna. Eso no admite discusión, pero el juez puede y tiene que intervenir si las decisiones previstas son interferidas por la politiquería o el amiguismo. Si el ejecutivo o alguno de sus integrantes osa violentar las normas que ellos mismos dictaron, no se les puede impedir a los jueces que intervengan para preservar la norma jurídica. No veo pues la razón de tanta prevención, rayana en el irrespeto por la justicia.

Observo también un inusitado afán de hablar del tema de la vacuna en gobernadores, alcaldes y organismos de control (Procuraduría, Contraloría, Defensoría del Pueblo y Fiscalía). Pareciera que se pretende ocultar la falta de la vacuna, hablando de la misma. Más que hablar, es necesario actuar. Más que sofisticadas elucubraciones sobre el tema, lo que se requiere es la vacuna. Como decimos en Antioquia, más acción, menos carreta.

Del señor Presidente de la República para  abajo, todos los funcionarios tienen que entender que existe angustia y ansiedad en la población, pero que también el Gobierno tiene que recuperar el tiempo perdido en la contratación del inmunizador. No es dilatando como se calma la angustia popular. En diciembre nos dijeron que el proceso de vacunación comenzaría en enero, luego en enero nos informaron que sería en febrero y ya se escuchan voces anunciando que se iniciará en marzo o abril. Algo hicimos mal, pues no resulta explicable que México, Argentina, Panamá, Ecuador y Bolivia para citar unos pocos ejemplos, ya estén inmunizando a su población y nosotros seguimos a la expectativa.

El tema no es de poca monta, la muerte asecha, la angustia pulula y los líderes nacionales no pueden parecer indolentes ante el drama que se vive.

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