Sobre la convención gavirista.

PEGASUS, una trama digna de Al Capone y Pablo Escobar.
octubre 26, 2024
Hace 112 años se comenzó a escuchar un pasillo en Sopetrán.
noviembre 9, 2024

Hace años el llamado partido liberal, cuya dirección nacional funciona en la avenida Caracas de Bogotá, se ha venido alejando, en forma vertiginosa de sus electores naturales, de su razón de ser, es decir de los obreros, los campesinos, los excluidos, los jóvenes, las mujeres, los afrodescendientes y se ha dedicado a cortejar a terratenientes, empresarios y a una clase media alta emergente, que a veces lo acompañan y en ocasiones lo sueltan. El liberalismo ha dejado de ser el partido del pueblo, el que soñó Don Ezequiel Rojas en 1848, cuando lo fundó y el que respaldaron, aun con su vida, Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán, para no citar sino a esos tres mártires de las ideas liberales, entre varios que podríamos traer a colación. La colectividad roja se ha convertido en una fábrica de avales para repartir en cada certamen electoral y en una agencia de empleo y contratos para amigos, conocidos y allegados. Ya no es siquiera opción de poder, ya no lanza candidatos presidenciales y a las principales gobernaciones y alcaldías y cuando lo hace es de “vagón de cola” de otros partidos, generalmente de la más recalcitrante derecha, es decir, todo lo contrario, a lo que es el pensamiento liberal. De ser un partido mayoritario, vigoroso, con ideas y propuestas, pasó a ser una minoría sin rumbo y sin ideología, presta a subirse “a cualquier bus donde se lo permitan”.

No clamo por un liberalismo petrista, NO (con letras mayúsculas). Reclamo un liberalismo que vuelva a las ideas de Uribe Uribe, Gaitán, López Pumarejo, Galán, que se compenetre con las angustias y luchas del pueblo, de los necesitados, de los excluidos, de los pobres. Lo que tenemos hoy, tristemente, no es eso.

Los episodios del pasado 30 y 31 de octubre en Cartagena, en la llamada Convención Liberal, fueron deprimentes y lo de menos importancia, los puños y manotazos entre asistentes. La convocatoria misma, las múltiples propuestas de resoluciones para manejar los quórums, las votaciones, las elecciones y las proposiciones del evento, son todo lo contrario a una expresión liberal. Entregarle el manejo de la logística electoral a una firma privada cuando siempre se estiló hacerlo con la Registraduría del Estado Civil, deja mucho que pensar; darle a un asistente la posibilidad de representar varios votos de ausentes, es muy antidemocrático; disponer que las proposiciones a llevar a la Convención sean seleccionadas previamente por un grupúsculo de personas, es digno de dictaduras. En fin, todo parece haberse realizado al estilo “madurista”, tan criticado en la casa de ese partido.

No voy a referirme a la persona del expresidente César Gaviria, no se trata de personalizar, ni recurrir al ataque al ser humano. Se trata de debatir las ideas y los hechos y estos, por lo visto, no fueron los más edificantes.

Se continúa demoliendo a pasos agigantados, al otrora glorioso partido Liberal. Nadie parece querer entender que llegó la hora de una reflexión que nos lleve a una reingeniería para reconstruir lo que antes fue y hoy se desdibuja dramáticamente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *