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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

Está llegando a su fin el mandato presidencial de Barack Obama en los Estados Unidos en medio del reconocimiento de propios y extraños. Fue un gobierno sobrio, respetuoso de los demás Estados y de gran calidez humana, para los suyos y cercanos.

En sus relaciones con otros Estados, Obama demostró que es mejor construir confianza, acercarse a todos y ser buen vecino, que volver a ser el policía del mundo y la nación más odiada por los demás. Obama entendió a los Estados Unidos como un país más, así sea el más poderoso, el mejor armado y el más rico; no como el imperio que pretende dominar al resto del mundo. El restablecimiento de las relaciones con Cuba, el buscar caminos de entendimiento con Irán, el acercarse a todos los Estados, son acciones de un gobernante pragmático.

No obstante haber recibido un país en medio de una terrible crisis económica, especialmente fuerte en el sistema bancario, en las empresas constructoras de vehículos y en el sector de la construcción, Obama supo capotear las dificultades  y paulatinamente fue sacando a esa gran nación del atolladero en el cual lo habían sumido los republicanos. Frente al escepticismo de todos, por el color de su piel, demostró que no solamente era un gran orador, un cautivador de auditorios, sino un gran líder, un ser humano incomparable. Los gringos, por un camino distinto a las armas y al poder económico, aprendieron a cautivar al resto de naciones con un presidente carismático, profundamente humano y entregado a su hogar con amor, pasión y sinceridad.

Obama pasará a la historia por la puerta grande, no por pequeñas compuertas o utilizando historias de violencia y fuerza. Queda en la historia como uno de los grandes que tuvo profundas convicciones sociales y grandes compromisos con la población más vulnerable de los Estados Unidos, porque allá también existen desigualdades e inequidades. El sistema de salud le podrá resultar costoso al erario, pero es de un gran contenido humano. Hizo asequible la salud a los más pobres.

Le quedó debiendo al pueblo norteamericano el cumplimiento de algunas de sus promesas. Me resulta difícil entender cómo el tema de Guantánamo y sus prisioneros no se pudo solucionar o cómo no pudo levantar el bloqueo a Cuba.

Obama es aún joven y seguirá gravitando efectivamente sobre la política de los Estados Unidos y del mundo. Su fuerte ascendencia sobre los demócratas se seguirá haciendo sentir por muchísimos años más. Inexplicablemente no pudo dejar a alguien más comprometido con la continuidad de su pensamiento en la Casa Blanca. La democracia norteamericana es fuerte y ejemplar, pero a veces también flaquea como está sucediendo con la designación de Donald Trump para remplazar a Barack Obama. Ojalá el pueblo Norteamericano se mantenga en el camino que le trazó el primer presidente negro de esa gran nación.

NOTÍCULA: Imperdonable los lentos y perjudiciales trabajos que alguna entidad estatal viene realizando en las dos calzadas de la avenida regional, a la altura de barrio La Paralela. En una vía de esas características resulta imperdonable que no trabajen en doble jornada para aligerar los perjuicios que causan.

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