El 18 de mayo de 2026 se cumplen cien años de la muerte de monseñor José Joaquín Arteaga y San Julián, Prefecto Apostólico de Urabá. Su nombre, inexplicablemente, se va perdiendo en el tiempo, cuando en realidad fue una sacerdote muy importante en la comunidad de los Carmelitas y en la vida de Antioquia, especialmente del Occidente Antioqueño y de Urabá. Para iniciar, digamos que Monseñor fue pilar fundamental en la lucha por la construcción de la carretera al mar. Fue orador principal en la famosísima reunión del teatro Junín en marzo de 1926, en la ciudad de Medellín, motivando la necesidad de la carretera al mar. De ese discurso, dijo el doctor Eliseo Velásquez Mejía en el periódico “La Defensa” de aquella época: “Es la oración más hermosa que se haya pronunciado bajo el cielo antioqueño”. En ese acto, monseñor Arteaga, fue aclamado como redentor de Antioquia. Fueron sus compañeros de gesta, entre otros, Don Gonzalo Mejía, doctor Julio César García, doctor Gustavo White Uribe, Doctor Vicente Duque y otros prestantes dirigentes paisas. Días después, el 18 de mayo, luego de este histórico acto, fallecía en Frontino, sede de la Prefectura Apostólica de Urabá, monseñor Arteaga y trece días después de su fallecimiento, es decir el 1 de junio de 2026, se iniciaba en las afueras de Medellín, la construcción de la carretera al mar. Podemos afirmar, sin lugar a equivocarnos, que el día que pronunció la oración José Joaquín Arteaga en el teatro Junín, ya se encontraba severamente afectado por el paludismo que finalmente terminó con su vida, siendo aún muy joven, pues apenas constaba con 48 años de edad.
Monseñor Arteaga y San Julián había “nacido en Estella, provincia de Navarra, España, el 12 de octubre de 1878. Hijo de Diego y Mercedes, ambos de familias nobles de la invicta Navarra. De pequeño quedó huérfano de padre. Ingresó al Seminario Conciliar de Pamplona (España), luego pasó a la Universidad Pontificia de Comillas. En 1901 ingresó al noviciado carmelitano de Larrea, cuando le faltaba poco para terminar estudios sacerdotales, los que culminó brillantemente con su ordenación en 1906. (—) El 15 de abril de 1919, siendo prior de Burgos, fue elegido por la Santa Sede como Prefecto Apostólico de la Nueva Misión de Urabá; llegó el 28 de septiembre del mismo año al municipio de Frontino, con apenas 41 años de edad” (A la Sombra del Plateado de Ramón Elejalde Arbeláez).
Algunos historiadores se han ocupado de la vida de monseñor Arteaga y San Julián, entre otros, Aida Gálvez Abadía, antropóloga y docente de la Universidad de Antioquia; Gustavo Vallejo Tobón, sacerdote carmelita; Monseñor Nicolás Gaviria Pérez; Carlos Villegas; Juan Guillermo Hoyos Gaviria, médico; recomendable sería que, con motivo del centenario de su muerte, la Academia de Historia de Antioquia, promoviera actos en homenaje al ilustre hijo adoptivo de Antioquia, que por lo demás y por su propia voluntad, sus despojos mortales reposan en el cementerio del municipio de Frontino.
El único homenaje que perdura en nuestro medio al ilustre sacerdote, es la existencia del caserío Villa Arteaga, en jurisdicción del municipio de Mutatá.
NOTÍCULA. En la carretera al mar, inmediaciones de Dabeiba, existen una seguidilla de túneles muy bellos, construidos recientemente. Sugiero, muy respetuosamente, que uno de ellos lleve el nombre de José Joaquín Arteaga, como recuerdo a un hombre que hizo mucho por Antioquia, en tan poco tiempo que habitó vivo entre nosotros. La gratitud es propia de seres nobles.