La reciente derrota del partido Demócrata en las elecciones de los Estados Unidos tiene muchas lecturas que los analistas no pueden perder de vista. Los demócratas abrazaron con fuerza las tesis neoliberales y abandonaron muchos de sus postulados más sociales y proteccionistas, es decir le dejaron el camino expedito a un personaje carismático y populista como Donald Trump, que no tiene un discurso coherente de carácter ideológico, pero sí posturas populistas que le llegaron al elector raso norteamericano. Además, le supo llegar a las minorías con un discurso selectivo y por eso encontró respaldo en una población tradicionalmente afecta a los demócratas como los afrodescendientes y los latinos. Curiosamente en los Estados Unidos los demócratas abandonaron el discurso y las tesis que los acercaban a sus electores naturales y se los sirvieron en bandeja de plata a sus rivales republicanos. Los unos desecharon su ideología y los otros se volvieron pragmáticos.
Ese mismo fenómeno se vive hoy en Colombia. Los partidos tradicionales han venido perdiendo paulatina pero persistentemente su electorado y se han venido desdibujando ideológicamente de una manera tal que se hace difícil diferenciarlos por sus tesis e ideas. El liberalismo, luego de su terrible experiencia del proceso ocho mil, no ha podido levantar cabeza y a ese espantoso suceso debemos agregarle el abandono de su ideología y su defensa permanente de los más débiles. El liberalismo dejó de ser el partido de los excluidos, de los pobres, de los obreros, de los campesinos, de las minorías étnicas, de los jóvenes y pasó a ser el partido de los terratenientes y una fábrica de avales para políticos y politiqueros de todas las layas. Es un partido sin vocación de poder que no presenta candidatos a la presidencia, ni a las gobernaciones y alcaldías más importantes del país. Se va diluyendo en medio de la politiquería, la burocracia y los contratos. Hoy, su base, su militancia, engrosa partidos como el de La Colombia Humana, los de un pensamiento social y los de un pensamiento más de derecha están en el Centro Democrático o en partidos más ocasionales como Cambio Radical o la U.
La situación del partido Conservador no es menos grave. Es un partido escalera, por el que otros suben al poder. Igualmente, sin vocación de poder, esperando migajas del gobernante de turno para poder subsistir. La entrega de avales y de canonjías burocráticas y económicas aún lo mantiene vivo. Sus bases engrosan hoy las filas del Centro Democrático, donde se han recogido todos aquellos que tienen un pensamiento de derecha.
Mientras a derecha e izquierda crecen opciones con tesis y programas, otrora dos grandes, que hicieron historia y patria, se desdibujan en sus propios errores y pecados mortales, sin liderazgo alguno y lo peor, sin líderes a la vista que los saquen de semejante atolladero.