El Papa Francisco, líder carismático

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Un tal Francisco
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Indudable que el Santo Padre, de visita por estos días en Colombia, es un líder que les llega a creyentes y no creyentes. Las marejadas de personas que congrega a su paso, su expresión bondadosa, su discurso sencillo pero expresivo, su compromiso con los más pobres y con la paz de Colombia, son demostraciones del liderazgo de este conductor de masas.
En tiempos de proliferación de iglesias y creencias, de publicitados escándalos de algunos jerarcas de la iglesia romana, la llegada de Francisco al trono de Pedro en la Tierra es un bálsamo reconfortante para el más numeroso de los credos en el mundo. Juan XXIII y Juan Pablo II fueron dos pontífices cercanos a la grey, igualmente populares, pero Francisco tiene algo que lo hace infinitamente más cercano a la gente: su discurso aglutinador, su mensaje cargado de bondad, magnanimidad y perdón, sus frases efectistas y muy humanas. El Santo Padre, como dirían los muchachos, nos tiene tramados a todos.
El mensaje de Francisco debe llegarnos a los colombianos como un bálsamo que nos ayude a cicatrizar tanto odio y tanta polarización. Las expresiones perdón, esperanza, caridad, confianza, inclusión, reconciliación, amor, vida, justicia y verdad fueron las más utilizadas durante sus diversas intervenciones.
El mensaje es claro: “La búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos […] Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo”. Fue contundente su mensaje de paz y reconciliación e invitó a desechar la cizaña por perjudicial y dañina («Cuiden el trigo, no pierdan la paz por la cizaña»). También tuvo expresiones contra la inequidad e injusticia social que tan pronunciada está en América Latina y especialmente en nuestra patria: “Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza […] Les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes”.
Algunos religiosos y muchos colombianos debieron sentir el llamado de atención del Papa Francisco cuando expresó: “La Iglesia, en fidelidad a su misión, está comprometida con la paz, la justicia y el bien de todos […] Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza…”.
También dejó claro el Pontífice el objetivo de su visita a nuestra tierra cuando dijo: “Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso hacia la paz”.
Yo agregaría que los días porvenir no son horas para que algunos canten victoria por el respaldo del Obispo de Roma a la paz entre los colombianos, ni para que otros sientan que sus propósitos fueron desechados. Es la hora de la reconciliación entre todos, por lo menos en un tema tan vital para el futuro de Colombia: la paz. Qué este propósito nos congregue y no nos separe más. Debemos caber en estas tierras que son de todos, sin exclusión. Llegó la hora del perdón y de la reconciliación y a reconstruir la patria, desde la óptica que cada uno la conciba mejor.

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