Dictadura es dictadura

La historia del secuestro de doña Adela Correa de Gaviria
julio 27, 2024
Proliferan los desinflados o “los petristes”
septiembre 7, 2024

La reelección presidencial indefinida, en sistemas de gobierno presidencialistas, rompen el equilibrio y la separación de poderes. La separación de poderes es uno de los pilares fundamentales de la democracia y del constitucionalismo. Romperla implica sencilla y llanamente caer en la dictadura. Entre nosotros, en Colombia, las fuerzas progresistas y respetuosas de la democracia, nos opusimos con vehemencia a la implantación de la reelección presidencial por una sola ocasión, como lo propuso el “uribismo” y que fue aprobada por Acto Legislativo del año 2005, lo que le permitió al doctor Álvaro Uribe su segundo mandato entre 2006 y 2010.

Esa oposición a la reelección presidencia fue aun más fuerte cuando se discutió y aprobó la Ley 1354/2009 que convocó a un referendo constitucional para permitir una tercera reelección de Uribe Vélez. En momentos que el país se encontraba fraccionado y con una oposición cerrera a la tercera reelección, la Corte Constitucional por una mayoría de siete votos contra dos declaró inexequible por vicios de procedimiento y de fondo, esa convocatoria y expresó que ello “implicaba graves violaciones de los principios democráticos” y que esta nueva reelección violaba principios como la separación de poderes, la igualdad, la alternancia democrática y el sistema de pesos y contrapesos establecidos en la Constitución de 1991.

No puede ser posible ahora, que esos argumentos que antaño defendíamos con ahínco y ardentía en defensa del equilibrio de poderes y de la existencia de pesos y contrapesos en Colombia, se nos olviden en la realidad venezolana. No puede ser que esas razones sean válidas para aplicarlas a la reelección de Uribe Vélez, pero no lo sean para la reelección de Nicolás Maduro. Allá y acá son principios sólidos y válidos que un demócrata debe abrazar sin miramientos ideológicos.

Con Maduro desaparecieron los pesos y contrapesos en Venezuela, tampoco existe la posibilidad de alternancia en el poder, que es otro requisito para que pueda existir democracia, amén del menoscabo grave a la libertad de prensa existente en el vecino país. Esos son tres argumentos válidos para considerar que lo existente en el vecindario es una dictadura, que ha expulsado a millones de sus connacionales a errar por el mundo, con todas las secuelas de hambre, miseria y desarraigo que eso implica.

Ahora bien, la prudente actitud del presidente Gustavo Petro frente a los resultados electorales venezolanos deben ser entendidos. Tenemos una frontera de más de dos mil doscientos kilómetros, muy activa entre los dos pueblos, con un comercio que beneficia a pobladores de ambos lados. Una actitud belicosa, como vimos antaño, les traería a esos pueblos fronterizos pobreza y desamparo. La diplomacia es eso y se debe ejercitar con gran altura y sabiduría para beneficio de ambos pueblos. Las voces calenturientas quieren es anarquía y caos y creo sinceramente que la situación amerita un tratamiento discreto, respetuoso y prudente, que además le permita al presidente Petro jugar un papel importante en la paz de Venezuela.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *