Santos, instalado en la historia (EL MUNDO)

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Por: Ramón Elejalde Arbeláez

Son definitivamente vertiginosos los hechos en Colombia. Hace quince días, en presencia de toda la comunidad internacional, el Presidente Juan Manuel Santos suscribía con Rodrigo Londoño, jefe de las Farc, en Cartagena y dentro de un pomposo acto, un acuerdo de paz. Siete días después el pueblo colombiano, en medio de una gran abstención y por estrecho margen negaba, mediante un mecanismo plebiscitario, la ratificación de esos acuerdos. Cuando apenas digeríamos estos terribles resultados se producen increíbles acercamientos entre Santos y los expresidentes Uribe y Pastrana y no más registrada la información se conocen unas explosivas declaraciones de Juan Carlos Vélez Uribe, jefe de debate del No a los acuerdos de paz, donde deja muy maltrecho el comportamiento ético de esa campaña. La cascada de noticias (buenas, regulares y malas) tiene su colofón histórico con la novedad del Comité Noruego del Nobel de la Paz al anunciar al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, como el ganador.

Leí en las redes sociales que Gabriel García Márquez había obtenido el Nobel de Literatura por escribir sobre Macondo y que hoy Juan Manuel Santos obtiene el de la paz por gobernar ese macondo. Mágica definición de las contradicciones históricas que vivimos. Lo cierto es que Juan Manuel Santos se ha instalado en la historia para quedarse en ella a pesar de sus malquerientes y lo hace por sus esfuerzos por alcanzar la paz con los grupos subversivos que aun nos quedan activos  en Colombia. Sus detractores se empequeñecen a los ojos del mundo y de la posteridad por la miopía y la mezquindad con la cual han manejado las cosas.

Santos, varios escalones ya por encima de todos sus contradictores, tendrá la tranquilidad, la serenidad y la firmeza para no dejar que los acuerdos de paz ya suscritos y que están en vilo por los resultados electorales de hace apenas ocho días,  logren superar todas las dificultades políticas y jurídicas que tienen, para bien de una Colombia que reclama la paz.

No quiero empañar la histórica decisión del Comité Noruego del premio Nobel de Paz, comentando las pequeñas trapisondas utilizadas y ya conocidas para engañar a muchos colombianos en la votación plebiscitaria. Eso hace parte de la pequeña politiquería que el pueblo colombiano tiene que superar y que de seguro prontamente olvidará.

No me resisto a contar una anécdota que hoy recobra inmensa actualidad. Hace quince días participé, conjuntamente con los doctores Guillermo Mejía, Gabriel Zapata y Francisco Santos, en un debate en Radio Red dirigido por Juan Fernando Jaramillo. Allí osé decirle al exvicepresidente, con el mayor respeto y consideración pero con mucha sinceridad, “Les va a suceder mi querido doctor Santos que mientras su primo Juan Manuel pasará a la historia por su gesta en favor de la paz; ustedes, sus opositores, quedarán rápidamente en el olvido y rumiando odio”. Lo primero ya es verdad y espero, por el bien de Colombia, que en lo segundo no tenga la razón.

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