Por Ramón Elejalde Arbeláez
El triunfo de Donald Trump en la lucha por la presidencia de los Estados Unidos ha conmocionado al mundo, por lo inverosímil e increíble. Un hombre políticamente incorrecto que de empresario exitoso, excéntrico, enamorado y ordinario en su trato para con el sexo femenino, llega a convertirse en el líder de uno de las más importantes naciones del mundo.
Varios fenómenos electorales puede uno colegir de esta elección del martes pasado: El 31 % de los latinos, objeto de ataques xenófobos del ganador y cuya región de origen es amenazada de separarla de los Estados Unidos por un muro construido en la frontera con México, votaron por el ganador. La víctima dándole las herramientas al verdugo para que lo azote. Seguramente los latinos de segunda o de tercera generación, que nacieron en Norteamérica y los nuevos inquilinos de esa gran nación, que ya consolidaron allá su permanencia, se creen gringos y ajenos a estas tierras del sur.
Otra porción, por lo demás bastante alta, como que un 42 % de ella votaron por el Republicano, fueron las mujeres, objeto de sus irrespetos y su discurso misógino. Es otra inexplicable curiosidad en el triunfo de Trump. Las mujeres gringas no creyeron en Hillary Clinton y prefirieron al personaje rico, ostentoso y enamorado, que se ha dedicado en su vida a hacer plata aun acudiendo a ingresos poco ortodoxos como los que provienen de los casinos.
La campaña demócrata despreció la población blanca, inmensamente mayoritaria en EE. UU. y se dedicó a cultivar a las minorías, olvidando que estas últimas son caracterizadamente arribistas y que en parte por esa misma razón emigraron hacia ese territorio.
El peligro que los estudiosos les han pronosticado a las democracias jóvenes o débiles, de caer presas de populistas impreparados o salvadores apolíticos, tocó las puertas e ingresó a las democracias consolidadas y que se creían vacunadas contra estos fenómenos. Trump, el ganador contra todo pronóstico, es un fenómeno que primero derrotó al establecimiento de su propio partido, los republicanos y que luego derrotó a demócratas y republicanos que se unieron para tratar de vencerlo. Los analistas de la política no pueden olvidar que el ganador lo fue aún contra su propio partido, o por lo menos, contra parte de él.
A la derecha en América Latina se le ve con una no disimulada sonrisa por el triunfo de Trump. Olvidan que estamos frente a un fenómeno populista que en su discurso ofreció aplicar recetas de la izquierda y de la derecha o les parece poco su posición proteccionista en materia económica que seguramente impondrá en el mundo un nuevo orden en esta materia. La promesa a recuperar fuentes de trabajo para los norteamericanos, repatriar muchas empresas que sacaron sus fábricas para China y otros Estados asiáticos, es típica posición proteccionista, renegociar los tratados de comercio con México, China y Canadá, son igualmente decisiones de ese corte.
Trump el impredecible, tiene hoy sonriendo a Cristina Fernández de Kirchner, quien ya habló largamente con el presidente electo y a la derecha del sur del continente. Amanecerá y veremos a quienes les perdurará más la sonrisa.