El Señor de la Peña, tan respetado por unos, tan despreciado por otros y tan ignorado por la mayoría de los frontineños.

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Si una desprevenida persona ingresa hoy a la Basílica Menor Nuestra Señora de del Carmen del municipio de Frontino, utilizando la nave central, podrá toparse en la primera columna de la izquierda, con la imagen del Señor de la Peña, que lleva este nombre por tratarse de una copia del Gran Poder de Dios, que no es más que una imagen de Jesucristo pensante, que veneran en la ciudad de Puerto de la Cruz de Tenerife, España y que concretamente reposa en el templo de Nuestra Señora de la Peña. La imagen no pareciera tener algún valor artístico, pero para los frontineños y amigos de este querido Municipio, tiene un increíble valor histórico que aquí me propongo contar, con el objetivo de recordarle a mis paisanos la importancia que tiene esa talla en nuestra historia religiosa.

Para ponernos en contexto es necesario recordar algunos hechos relevantes de tiempos pasados y en ese caminoacudiré a dos textos históricos: La Monografía de Frontino, cuya primea edición fue de mi abuelo Ramón Antonio Elejalde Escobar y las dos siguientes ediciones, por quien estas líneas escribe y en los “Apuntes a la Historia Eclesiástica de Frontino 1872-1993”, obra inédita de Doña Ángela Goez de Gaviria.

En el año de 1883 el sacerdote José A. de Sierra inicia la construcción del primer templo parroquial de Frontino, en el mismo sitio donde hoy se encuentra situada la Basílica Menor Nuestra Señora del Carmen. Este primer templo se conservó hasta 1928 cuando se inicia la construcción de la Basílica, tal cual la conocemos hoy. Al templo iniciado por el padre Sierra contribuyeron posteriormente los sacerdotes Teodorico Ochoa, Andrés A. Duque, Marco de Jesús Osorio, Félix Antonio Estrada, Lucio S. Hidrón, José Antonio Lopera, Antonio García, José M. Nilo Hincapié, Lizandro Valderrama, Eustasio Mantilla y otros.

Mientras los trabajos del templo demoraban, los oficios religiosos se celebraban en una casa de bareque y techos de paja de propiedad del señor Pedro Pablo Martínez M. y situada en el costado suroeste de la plaza, que supone el historiador Ramón Antonio Elejalde Escobar, que fue el mismo templo pajizo que tuvo Frontino a partir del año 1860. Como el templo rústico era tan pequeño los lugareños llevaban pequeños toldos que instalaban cerca a las campanas que habían sido empotradas en tres palos, junto a un naranjo existente en el marco de la plaza, al frente de la hoy casa cural y con el fin de escuchar la santa misa los domingos y días festivos.

Cuenta Doña Ángela Goez de Gaviria, en su ya citada obra, “Que la iglesia construida era de un estilo muy hermoso, toda de madera y muy semejante a la iglesia de San Antonio de Pereira; en la parte más alta del altar mayor, en un nicho había un retablo de Nuestra Señora de Chiquinquirá; en los tres nichos que quedaban debajo estaban las imágenes de Santa Rosa de Lima, al centro y San Ramón Nonato, a la derecha. Al lado izquierdo quedaba San Luís Gonzaga. (—) En el altar mayor y a los lados del Sagrario, estaban las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de la Santísima Virgen, pero eran de escaso valor artístico” Era muy precaria la presencia de imágenes, de tal forma que algunas de ellas prestaban distintos oficios en épocas de Semana Santa.

En el año de 1893, como la parroquia de Frontino carecía de imágenes a venerar y con destino a una Semana Santa, por lo demás la primera que se realizaría en Frontino en forma solemne, el campesino Manuel Dolores Manjarrez, de oficio carpintero, decidió labrar o tallar en madera unas imágenes con destino al primer templo que tuvimos en Frontino. Entre las obras del señor Manjarrez está el llamado Señor de la Peña o Gran Poder de Dios. Posteriormente a la celebración de esa Semana Mayor y luego de la visita pastoral del señor obispo de la Diócesis de Santafé de Antioquia, este ordenó el retiro de esas imágenes rústica, obra de Manjarrez. Así pues,que el Señor de la Peña regresó al hogar de su tallador. Muchos años después, un hijo del artesano, de igual nombre, decide regalarle la imagen a la señora Merceditas GuerreroPérez quien la exhibió por muchos años en su casa situada en la carrera Darién, Plazuela Nutibara o de Cristo Rey.Merceditas había nacido en Frontino el 29 de junio de 1888 y vivía con sus sobrinas Lucía y Helda Puerta Guerrero. La familia Guerrero, la conservaron en una bella pero sencilla urna para la admiración y veneración de los visitantes. Nunca, en muchísimos años, le faltó al Señor de la Peñavela o veladora que alumbrara su histórica imagen en la saladel hogar de esta querida familia.

A la muerte de Merceditas el 29 de junio de 1983, sus familiares y la parroquia, deciden que es en la Iglesia, hoyBasílica, el lugar ideal para conservar la imagen, previa la narración que algún parroquiano hiciera del valor histórico de la talla del maestro Manjarrez, carpintero y artesano de quien la historia guardó muy poco para la posteridad.

Frontineños: Esta es la pequeña historia del Señor de la Peñaque ya tiene 130 años de tallado y que se conserva en la nave central de nuestra Basílica, el cual podemos admirar todos los días. Conservémoslo y no permitamos que nadie ose ocultarlo o regalarlo. Es de todos y pertenece a lo más valioso de nuestra historia.

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