La tradición, la gratitud y el ejemplo a las nuevas generaciones, obligan a que ciertos lugares, donde sucedieron hechos memorables en la historia de Colombia, sean reconocidos como verdaderos altares de la patria. Tal el caso, para citar dos ejemplos, son los escenarios donde se realizaron las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá. Diría, que también tiene un gran significado histórico y ejemplarizante, el lugar donde el niño Pedro Pascasio Martínez Rojas capturó al general realista José María Barreiro Manjón, comandante de la III División de los Ejércitos españoles en el Virreinato de la Nueva Granada.
Pedro Pascasio Martínez Rojas era un joven de escasos 12 años que laboraba en la finca del señor Juan José Leiva, gran amigo de Simón Bolívar y que, animado por las luchas libertarias, se enroló en los ejércitos patrios días antes de la Batalla del Pantano de Vargas. Durante la batalla del Puente de Boyacá, Bolívar, precavido de la inexperiencia militar del preadolescente le encomendó a él y a otros soldados la misión de cuidarle unos caballos que le habían sido entregados para sus luchas. Obvio, caballos y soldados fueron situados relativamente alejados del campo de batalla, en este caso en un lugar donde existían y existen tres piedras grandes y grama para pastar. Después de la batalla, que selló la independencia de Colombia, confrontación corta y contundente, como que dejó más de mil seiscientos realistas prisioneros y cerca de un centenar de españoles fallecidos, el general Barreiro, con otro alto oficial, huyó del campo de guerra a esconderse en las piedras donde cerca estaba Pascasio cuidando la caballeriza de Simón Bolívar. Descubierto el realista por el menor y un compañero llamado El negro José, procedieron a la captura del alto comandante, quien les ofreció dinero que fue de inmediato rechazado por el niño y su compañero. Ambos condujeron al capturado hasta el campamento donde se encontraba el libertador y lo pusieron a su disposición. Barreiro fue fusilado dos meses después por orden del general Francisco de Paula Santander,con otros treinta y seis oficiales españoles.
Hoy, el lugar de la captura de Barreiro por el niño Pedro Pascasio Martínez es un lugar triste y abandonado, sus alrededores llenos de maleza, la escultura que recuerda el acontecimiento, descuidado y de precario acceso y la escueladepartamental contigua, abandonada y clamando ayuda, pues aparece visible un aviso que indica: “Institución Educativa Panamericano Puente de Boyacá. Pedro Pascasio llora el abandono de nuestra institución. Un bicentenario de abandono y miseria. Exigimos una planta física digna del altar de la Patria”.
A los colombianos parece que la bella historia de Pedro Pascasio nos pesara: En el acto, cuando el niño hizo entrega del prisionero, Bolívar lo ascendió a sargento y ordenó una recompensa de cien pesos, que nunca le fueron cancelados. Por medio de la ley 93 de 1880 le fue asignada una pensión mensual de un peso, que se le canceló por una sola ocasión y jamás se le volvió a pagar, a pesar de que murió en 1885 a la edad de 77 años, pobre, desamparado y viviendo de cortar leña y oficiar como carguero. Pero las indolencias contra nuestro héroe no terminan, la escuela contigua al escenario patriótico se fundó con su nombre y prontamente se le cambio por el de Institución Educativa Panamericano, además hoy está abandonada como lo denuncian sus educadores; las piedras donde se escondió Barreiro y fue capturado por Pedro Pascasio se denominan, tristemente, las “piedras de Barreiro” y finalmente, el escenario de su gloria es hoy un malezal donde antaño “tiraron” una escuela y una escultura y las abandonaron a su suerte. No es justificación que en otros lugares existan bibliotecas, colegios o escenarios deportivos con el nombre del héroe. Es allí donde debe estar para siempre inmortalizado, quien con dignidad y honradez representó a la patria.
¡!Pedro Pascasio nos quedó grande!!
Aquí tienen las academias de historia un buen objetivo por el cual luchar.